SONIDOS SANADORES I
darse cuenta de los sonidos...
Qué puede ofrecer el mundo de los sonidos, la música y las frecuencias sonoras a nuestra vida? Cómo nos afectan o nos benefician? Se puede hablar de curación con la música? Vale la pena que nos hagamos estos planteamientos, pues el universo vibracional es inmenso en sus posibilidades. Por ser la música algo tan importante, natural y cercano de un ser humano, sería también un recurso ideal para ser usado como medio de equilibrio y bienestar. Algo que podemos usar para nuestro crecimiento y felicidad .
Cuando hablamos de sonido, hablamos de oír, de escuchar. El sentido que está directamente asociado a esto es el auditivo. Pero el sonido tiene consigo un conjunto de movimientos muy rápidos que se llaman frecuencias y estos movimientos hacen contacto con la piel, esa piel retransmite esas vibraciones a los músculos y finalmente a los huesos. Todo el organismo vibra y percibe cuando nos toca el sonido. Ese sonido entonces, es metabolizado por el cuerpo, quien con su inteligencia innata lo adapta, lo acomoda donde mejor haga falta.
Y qué es el sonido? Sencillamente ES LO QUE SE OYE, es una sensación, algo que se siente. Lo percibimos entonces, por el oído y por la piel y nos llena todo, tanto a nivel físico como a nivel mental y emocional, las relaciones, familia, y muchas cosas. Escuchar un sonido o una música puede cambiarnos. Basta sentir la diferencia anímica que nos produce el sonido suave de las olas del mar, o también cuando escuchamos un ruido, o estamos en un ambiente muy ruidoso. La afectación es inmediata. Nuestro humor y ánimo cambian, podemos estar abiertos y relajados o tensos y cerrados según sea lo que hayamos escuchado. El cuerpo cambia súbitamente.. La sangre cambia su balance ácido-alcalino, el corazón comienza a cambiar su ritmo, nos podemos tornar un tanto agresivos, miedosos, o alegres y entusiastas. Todo se mueve y se impacta por el sonido.
También es importante distiguir lo que es oir (percibir el sonido) y escuchar (oír con atención). En la primera somos pasivos, el sonido sólo es percibido. En la segunda somos activos, participamos con la atención y estamos conectados con la fuente del sonido. También estaremos más conscientes de lo que nos pasa. Más aquí y ahora.
Le proponemos un ejercicio que puede resultar de gran beneficio. Sientese cómodamente. Cierre su ojos. Comience a estar consciente de su respiración. Escúchela, es decir, oigala con atención. Sienta cómo suena el aire y sienta la entrada y salida del aire a través de su nariz , así como su contacto y temperatura. Hágalo suavemente. Al cabo de unas pocas respiraciones y con su mente calmada comience a susurrar suavemente su nombre. Puede hacerlo con una melodía de su agrado o simplemente decirlo. Dispóngase a hacerlo durante unos dos o tres minutos. Pocos momentos después se sentirá muy renovado y tranquilo. El sonido de nuestro nombre nos aporta seguridad, auto estima y confianza. Esté atento a los cambios en su humor y energía cuando realiza esta pequeña práctica con cierta regularidad. Le agradarán esos cambios.